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La ignorancia tiene un color, el azul piscina. Este fue el color elegido por la máxima autoridad en el año 92 para pintar el fondo de la cascada de La Meona. Suerte que el tiempo pasa y borra hasta las huellas más cutres, y suerte que la dejadez impidió que la pintase de nuevo.
Esta es una muestra de otras exquisiteces arquitectónicas que nos regalaron.
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Porque tenemos memoria. O ¿no...?
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